VIH / Sutra.

Llegado tu turno, tomas el revólver de la mesa y lo levantas, comprobando cuán frío y pesado te resulta. Tu mirada, hipnotizado, no puede despegarse del cañón mientras lo vas aproximando lentamente a ti, subiendo hacia tu pecho con tu mano crispada alrededor de la cacha. Mecánicamente te ves poner los dedos sobre el barril con cámaras vacías, salvo por una bala. Lo haces girar con energía, y éste, obediente, da varias vueltas antes de detenerse y quedar listo.

El revólver se vuelve más pesado, o así te lo parece, mientras lo acercas a tu boca que se abre cansinamente; luego, a lo largo de un segundo que dura eternidades, jalas del gatillo con el filo del cañón rozando tu paladar. Un resorte se libera, oyes un chasquido que martillea en tu mente con un eco que no vas a olvidar. Y no pasa nada, esta vez no pasó nada.

Y hasta ahí llega mi escueto intento literario sin un Mike Hammer, que sirve más para hablar un rato de azares y probabilidad que para emular a la gran Aghata Cristie. Por eso, rescatando mi tentativa y con afán de serle cumplidor al inexorable karma, sigámonos con resignación hablado de probabilidad en algo que podríamos perfectamente llamarlo: un Sutra de látex.

SIDA, cuyo significado de las siglas ya probablemente conoces, es una enfermedad con una nula probabilidad de infección; es decir, nadie en la historia se ha contagiado ni se contagiará de SIDA, y si te dicen lo contrario, si bien podrían no intentar mentirte, por lo menos estarán siendo ampliamente imprecisos. El SIDA no se infecta de una persona a otra; el VIH, el bicho que lo causa, si.

El VIH es un virus de tamaño despreciable, que no aguanta que le cambien mucho la temperatura ambiente o que lo sometan al oxígeno ni al agua, porque entonces al tipo le da por morirse, en un contexto donde el único virus bueno es el virus muerto. Pero si no se muere, si no lo enfrías ni lo mojas ni lo oxigenas, entonces se reproduce felizmente por todo el organismo, tanto y tan tenazmente que causará grandes problemas en aquél que se haya infectado.

La bronca más conocida es el deterioro del sistema inmunológico que nos protege de sufrir enfermedades, otras más puede ser ciertos tipos de locura cuando se aloja principalmente entre células nerviosas. Una vez que esto pasa, entonces, con los síntomas, a la persona le da SIDA; antes de eso, quien tenga al virus seguirá siendo una persona sana... aunque portador del VIH.

Los seres humanos somos grandes bioterios ambulantes donde coexisten en tranquila armonía bacterias, virus y las células de nuestros tejidos; la armonía entre estos organismos es equivalente a la salud. La enfermedad y el malestar vienen cuando ese equilibrio se rompe y alguno de entre ellos comienza a agandallar a los demás, y el VIH, cuando entra a formar parte de este ecosistema personal, es de los primeros revoltosos en causar estropicios por doquier.

Así que infectarse de VIH no es enfermarse, pero incrementa la probabilidad de llegar a estarlo.

La mejor manera de infectarse de VIH es mediante una relación sexual con alguien que ya esté infectado y sin protecciones de barrera, como el condón. Pero la cosa no acaba ahí. A la probabilidad de infectarse, una vez que hemos tenido sexo que implique una penetración, ya sea increíblemente placentera, regularzona, francamente mediocre o, de plano, algo que preferiríamos nunca comentar, se le suma la carga viral de la persona que está infectada, es decir, la cantidad de virus nadando despreocupadamente entre sus células; si tiene muchos virus, será más probable que alguno de esos se pase de contrabando al cuerpo de la otra persona. Otro factor es el nivel de salud del que no esta infectado: si esta persona fuma, duerme mal, come mal y hace todo cuanto sea posible por debilitar su sistema inmunológico, va a tener las defensas tan bajas que ante la posibilidad de infectarse, el virus puede encontrar hospitalarios carteles de bienvenida al nuevo organismo, vino de honor y bellas edecanes que le hagan sentirse como en casa. La suma de estos factores genera una alta probabilidad de ser infectados si le ponemos con alguien que sea portador de VIH, lo sepa él o ella, o no; lo sepas tú o no.

Existen muchas personas que viven con el VIH dentro de sus organismos y no se enteran, porque están sanos y no se han hecho la prueba, pero pueden infectar a otros por descuido o por negligencia.

Al contrario: si tienes sexo con alguien que es VIH Positivo pero esa persona tiene pocos virus en su sistema porque toma medicamento u otras razones, y además tu haces ejercicio, duermes bien, comes chido y llevas una vida saludable, entonces la posibilidad de que te infectes baja aproximadamente al diez por ciento de la probabilidad.

Algo mucho más bajo de lo que esperabas, ¿cierto?

Ahora que, ¿jugarías ruleta rusa con un revólver cargado tan sólo con una bala? La apuesta es grande, porque se va la vida de por medio.

Otras maneras de infectarse es mediante el plasma sanguíneo; cuida bien del tipo de sangre que te transfieren cuando te llevan a cirugía, no vaya a ser la de malas... Sin embargo, en México, hay un programa nacional llamado “Sangre segura”, que te garantiza que toda sangre que se maneja en los hospitales es sangre super checada, que no tiene VIH ni otras sorpresas igual de desagradables. Pero cuando compartes la aguja de un compa mientras el grupo se inyecta alguna droga, no hay garantías; el virus puede viajar en calidad V.I.P. desde las gotas de sangre atrapadas dentro del canal de la aguja.

Como sea, no sólo es el sexo, también es cómo lo haces. La probabilidad de que te infectes de VIH al bajarte por los chescos y hacerle el oral a tu compañero, o llevar tu lengua a explorar las húmedas cavidades ignotas de tu compañera, es baja; poco probable que pueda haber una transmisión del virus. Si lo haces de una manera más institucionalizada, aplicando al siempre entusiasta miembro A en el participativo orificio B, sin condón, además del riesgo de un embarazo, también te enfrentas a una probabilidad media de infectarte ent tanto que haya involucrada en esto una persona seropositiva, o portadora del VIH.

Y al que de plano le va mal en las probabilidades es al chivito en el precipicio. El sexo anal es el que mayor riesgo presenta cuando se tiene sexo sin condón y con una persona que porta el virus, por las heridas que pueden, si bien no siempre, presentarse en la pared del recto, ano y todo lo que anda por ahí.

A todo este rollo, lo oficial seria decirte en seguida: ¡DEBES usar condón para protegerte...¡ ¡USA condón...¡ ¡Es tu responsabilidad para protegerte y proteger a los DEMAS¡. Pero no. Nadie puede obligarte a usar un condón, ni violentarte para que lo uses o chantagearte; no lo uses para cuidar de otros, que es loable, pero lo mas importante eres tú y por quien debes elegir. Si quieres usarlo, bien; si no quieres usarlo, también.

Parece ser injusto que debamos protegernos en el momento en que hemos decidido ser más vulnerables, poner barreras cuando más deseamos tocar al otro o a la otra; o que nos toquen. Así que no hay obligaciones... todo queda en mi decisión cuando yo tengo sexo, o en la tuya cuando tu tienes sexo; pero para decidir algo que, en efecto, es muy importante, procura recordar qué es lo que apuestas y échale un vistazo a tu futuro. Si crees que no tienes nada que perder al infectarte y ante la posibilidad de adquirir el SIDA, va. Si consideras que el vivir siendo portador de VIH no interfiere con tus proyectos a futuro, y que puedes seguir adelante con el virus a cuestas, entonces no necesitas usar un condón.

...y si decido no usarlo, mi pareja también podrá decidir no coger conmigo. No es nada personal.

1 comentario:

Unknown dijo...

Hola!

Sin duda este relato muestra como el VIH puede cambiar la vida de una persona, siempre he creído que es un arma de doble filo, que este doble filo, sus efectos, son multifactoriales, a muchos les puede ir bien y a otres no tan bien. Gracias Hernán por compartir esta experiencia de vida... Rodrigo O