Sutra de Aladino.

...y cuando el genio brotó de la lámpara, tomando su forma de un espeso vapor azur, se dispuso a satisfacer con presteza los deseos de Aladino.

Esta fábula es bastante bien conocida por todos los niños y por quienes alguna vez fuimos niños, por demás atractiva al plantear la idea de que todo cuanto deseas pueda hacerse realidad con el solo hecho de desearlo. ¿Imaginas como sería tu vida de contar con un recurso semejante?
Si puedes imaginarlo, vamos entonces por muy buen camino, porque la senda hacia el cumplimiento de un deseo inicia específicamente en el ámbito de la imaginación.

Desde los orígenes del tiempo, los seres humanos han orado de diferentes maneras y a distintos dioses o entidades, con el fin de ver materializados sus deseos más secretos, o los más cotidianos. La razón dice de esto que se trata de superstición, pensamiento mágico que no aterriza en la correspondencia positivista de la causa y el efecto; pero quienes así lo afirman también son humanos, incapaces de escapar a la tentación de solicitar al universo un trocito de la magia que le dio origen a la creación.

Como vi hace poco en un programa del Animal Planet, hay personas que creen en lo que sea, y hay también las que cuestionan lo que sea. Al segundo tipo corresponde un grupo de científicos que en una universidad estadounidense realizaron un experimento interesante: frente a un monitor de computadora, que proyectaba continuamente series numéricas de manera aleatoria, sentaron a un individuo (en cada ocasión uno distinto) bajo la consigna de afectar la aleatoriedad de esta sucesión de números, pero sin manipular físicamente al artefacto. El hombre o la mujer, según el caso, se quedaban ahí, sólo mirando al monitor y deseando números pares, números nones, números primos...

La conclusión posterior a este diseño experimental, fue que el random con que aparecían las cifras, era distinto cuando estaba vacía la silla frente al monitor, que cuando efectivamente había alguien deseando alterar la sucesión aleatoria. La sola voluntad del participante hacía una significativa dierencia.

¿Por qué sucedía esto? Es precisamente la segunda tarea que deberán enfrentar estos científicos. Lo único que dejan en claro, es que el solo pensamiento humano afecta el modo en que se desarrolla la realidad; y al decir humano, digo que tu pensamiento y el mío han afectado continuamente la realidad en la que vivimos, pero no siempre hemos sido conscientes de ello.

Quizá a primera instancia parezca que lo que digo es que todo cuanto desees se cumplirá por el simple hecho de desearlo. Si lo parece así, entonces he sido suficientemente claro.

¿Qué deseas realmente? Usualmente las respuestas a esta pregunta suelen ser: deseo un carro, una casa y una familia, un trabajo, etcétera. Pero, vamos, esos no son necesariamente nuestros deseos; son más bien las cosas que nos han dicho que debemos desear para ser exitosos en la vida, cuando todos deseamos el éxito, pero cada quien lo desea de una manera distinta.

Para que lo que deseas se materialice en tu vida, es menester que identifiques cuál es tu deseo real, ese en el que sueñas y con el que se involucran todas tus emociones, un deseo que de conseguirlo constituirá un paso adelante en el proyecto personal de lo que quieres llegar a ser. No todos a priori deseamos todo el dinero del mundo, no todos deseamos la fama o una pareja estable.

Todos tenemos deseos, pero los hemos jerarquizado conforme maduramos y al final unos quedan ponderados por encima de otros. Quizá todos deseemos efectivamente todo el dinero del mundo, pero para algunos hay prioridades por encima de su deseo de prosperidad económica.

¿Qué deseas realmente? Tu, para tí. Una vez que identificas esto, más allá de necesidades creadas y obligaciones sociales, sigue formular tu deseo.

Desde el marco de la religión católica, podría decirte que la fuerza primigenia que dio origen a la creación, no cesó con el nacimiento de ésta, sino que continúa imperecedera fluctuando en el cosmos hasta nuestros días, y que el ser humano, hecho a la imagen y semejanza de su creador, tiene el poder de moldear esta potencialidad absoluta según la fuerza de su propia voluntad.

Desde la psicología, podría decirte que una vez que has formulado tu deseo, inconscientemente estarás predispuesto para percibir las oportunidades y elegir los caminos correctos que te lleven a su cumplimiento material.

Desde una u otra alternativa, un hecho indiscutible es que notarás que el universo conspira a tu favor; habrás construido con tu voluntad la “suerte” o la serie de casualidades que te vuelvan más fácil o incluso posible alcanzar tu objetivo.

Deséalo. Formula eso que quieres en una oración religiosa antes de dormir, o dibújalo, o has lo que quieras. La única clave es que tienes que describirte a detalle eso que deseas, visualizarlo en tu imaginación: como se ve, como se siente, como suena, como sabe, como te sentirás al conseguirlo. Involucra tu creatividad, juega a que ya tienes eso que deseas y vuélvelo anticipadamente un hecho concreto, no sólo una posibilidad.

Deséalo cada día y cree en que lo obtendrás. Cree en que ese trabajo que buscas, exactamente ese, llegará; que a esa persona especial vas a conocerla pronto; que sanarás de ese malestar que le aqueja.

Nuestro problema es que usualmente creemos en que lo peor que puede pasarnos es justamente lo que nos va a suceder: creemos en que no encontraremos trabajo porque la situación en el país es difícil, creemos que no sanaremos porque la enfermedad es fuerte y uno no lo es, que jamás encontraremos a “esa“ persona porque en estos tiempo ya nadie se fija en los demás.

Es cuestión de fe; aquello en lo que crees es justo lo que te espera detrás de la esquina. Si crees en lo mejor, la suerte hará llegar a ti justo lo mejor, si esperas lo peor, la cosa será muy diferente.
O mejor aún, ¿que crees merecer de la vida? Si crees que te mereces lo peor, tu deseo ya estará formulado, lo habrás definido, visualizado, insistido día a día y habrás invertido tu fe. Es infalible, aquello en lo que crees, pasa; aquello que consideras que mereces es lo que recibes.

Aladino es una historia que sintetiza una herramienta humana conocida desde tiempos inmemoriales, un recurso que empleamos de manera atávica, sin ser conscientes de que lo hacemos. Repetimos una y otra vez lo que queremos que suceda, cruzamos los dedos, hacemos ofrendas, nos comprometemos en mandas y pactos con lo divino; pero al final es exactamente lo mismo: proyectamos nuestra voluntad hacia el cosmos y esperamos a que éste nos de lo que le hemos solicitado. La fe mueve montañas, es esa una verdad absoluta.

En la medicina se administran en ocasiones milagrosas pastillas de azúcar que tienen la propiedad de tratar el cáncer, herpes y diversas enfermedades, algunas graves y otras no tanto. El agente activo de estos medicamentos es la voluntad y la fe. Estas pastillas azucaradas, conocidas como placebos, son recetadas al enfermo con la afirmación de que se trata de un medicamento infalible. Entonces el paciente cree en que le harán mejorar, y de la fe pasa al deseo; y donde una pastilla de azúcar es incapaz de hacer otra cosa que elevar el nivel de glucosa en la sangre, la voluntad del enfermo obra el milagro de la mejoría en su salud.

Así pues, Aladino creía en que cuanto deseara habría de cumplirse, y entonces lo deseaba.

Para que un deseo pueda hacerse realidad es menester que tenga una credibilidad para nosotros mismos. Si no es creíble, si no nos convence, no tendremos fe en que se realizará, y entonces nuestro deseo irá sin combustible para llegar a materializarse. Por eso muchas personas oran a su dios por algo que desean, pero también trabajan con empeño en ello, porque así creen en que lo que desean se realizará.

Otras personas, en diferentes culturas, realizan elaborados rituales para darle credibilidad a su deseo; para convencerse a ellos mismos, para su coleto, de que lo que desean es posible que se cumpla. Así nació la magia.

Magia es la suma de un deseo y un ritual que le da credibilidad y del que nace la fe. Al portar un amuleto la persona cree en que nada malo le sucederá, y por que lo cree, nada malo le sucederá; al pasar un huevo por la superficie de su cuerpo, la persona cree que mejorará, y así es.

Por eso la magia es un acto creativo. Toda persona puede hacer realidad lo que desea, solo necesita identificar su deseo, visualizar su deseo y formularlo mediante la estrategia personal que puede darle esa credibilidad para sí misma. Para cada quien es distinto, cada persona tenemos un camino diferente para alcanzar la fe.

El secreto es creer.

1 comentario:

ninocrono dijo...

Ouch!!!!

Mira, mira, yo comentandote hoy que creia en el poder de las palabras y al parecer resulta que vos tambien!!!

A este respecto no se si concoces los experimentos realizados por Masaru Emoto, tiene que ver sobre la influencia igual del pensamiento en este caso sobre el agua. Aqui está el link por si te interesa hecharle un vistazo: http://www.oshogulaab.com/NUEVAFISICA/Mensajes_del_Agua.htm

Y pues lo único malo o incomodo de esto o de saber esto son dos cosas:
uno te haces más consciente de lo que dices y haces y dos cuando resulta que algo no te sale como lo esperas, es a veces fuerte descubirir que es asi por que en realidad no es lo que uno quiere y entonces te pones a pensar, ¿Donde me equivoque?

Por lo que pareceira que se necesita de mucha madurez para poder ver y saber que lo que tienes es por que asi lo has querido. Implica hacerte responsable de ti mismo y dejar de pasarle la cuenta al mundo.

Enfin