[Iniciamos con la respuesta dada al mensaje que se muestra párrafos abajo]
Hola M, disculparás que te responda directamente a tu buzón de correo, pero entre tu mensaje y mi respuesta juntamos tantas palabras que no cabrían completas en una pequeña caja de texto del hi5.
Gracias por responder mi mensaje; dices que tardas en escribir, y creo que intuyo la razón: tú escribes verdaderas encíclicas, no mensajes. No me malentiendas, creas textos interesantes. Siempre es interesante leer la carta de alguien que ha detenido su vida para elaborarte con palabras una visita guiada a través de algunas de sus ideas. Es profundamente halagador. Ya antes habías tenido a bien escribirme, y reconozco tu peculiar estilo para comunicarte; humildemente, creo que te tomas a ti mismo demasiado en serio, el mundo se cambia de manera sutil, no blandiendo la espada de San Jorge contra cualquier manifestación de la banalidad con la que uno se tope en el camino. Como sea, no creo que la superficialidad sea tan mala, al cabo forma parte del balance que es tan necesario para que funcione el universo.
Pero no te revelo ningún hilo negro, si tu mismo no mantuvieras cierta fe en la banalidad, no tendrías un perfil en hi5 o en el Gaydar.
Por supuesto, me parece muy singular que seas sacerdote, y saberlo no me previene contra la posibilidad de que quieras influenciar mi fe; se que no todos los sacerdotes carecen del tacto o el respeto al prójimo como esos tan arquetípicos que siembran proselitismos al por mayor y sin la menor cautela. Se que no buscas catequizarme siendo sacerdote; al mismo tiempo que yo no trataré de analizarte siendo psicólogo. Ese es buen comienzo.
Pero hay un inevitable problema de por medio, principalmente cuando ofreces tu amistad al extraño que soy; y es que leo que expresas tu rechazo y horror frente a los chichifos, los explotadores, las jotas que creen, como dices, que ser gay es andar puteando y loqueando, y etcétera. Me confieso, de manera informal por supuesto, estar no muy lejos de ninguno de ellos, de hecho, en algún momento de mi vida he chichifeado, joteado y puteado; vamos, en algún momento de mi vida he sido gentuza, como tu los llamas, y eso perceptiblemente antepondrá una barrera para nuestra incipiente comunicación, ignoro si insalvable.
Y es que entre los sacerdotes quizá a la homofobia se le llame de otro nombre, pero yo como persona primero, y como psicólogo después, no podría darme el lujo de cerrar de portazo la comunicación con nadie, ni te poner etiquetas tan peyorativas a tantos prójimos, que me quedan francamente tan próximos. Vamos, no estoy familiarizado con la idiosincrasia eclesiástica, que tal vez a ustedes les permita catalogar más fácilmente a la gente según sus diferentes grados de ser persona, o humano. Es pintoresco que a quienes llamas jotas o chichifos les tengas incluidos justo en el mismo párrafo que a los asesinos y la gente malvada y perversa.
En algo estoy de acuerdo contigo: tal como lo averiguó el hombre que mencionas, que ligó en Internet y luego casi se muere a manos de un infeliz, es altamente probable que gente “mala” (dicho en términos de un maniqueísmo en que francamente no creo) la haya en todos lados; en la red, en la calle, en el metro y hasta en la iglesia… Imagínate!, la opción sería no salir de casa, no hablar con nadie y no confiarse de nada; al cabo cualquier situación podría ser la última que viviéramos. La opción sería ésta, o confiar en que la gente es buena por naturaleza (si, un dilema filosófico de per sé) y darle al universo el beneficio de la duda. Antiguamente le llamaban “tener fe” a esta confianza en que en el mundo hay mas buena voluntad que cualquier otra cosa.
Y te puedo decir algo, como psicólogo he comprobado que la buena voluntad de la gente es una constante. O quizá sólo te hablo a partir de cómo a mí me ha ido en la feria.
Pero bueno, comprendo que tú no quieras entrar en esta dinámica de lodazal a la que te refieres, y probablemente en breve vayas a borrar tus perfiles en sitios de contactos como éste; es más, si me permites la apostilla, te adelanto que en ningún lodazal hay nada que valga la pena, yo que tu ni buscaba; por eso son lodazales. Yo, por ejemplo, jamás me meto en uno, una vez que le he identificado tomo la cautela de regresarme sobre mis pasos.
Y con lo anterior, se mantiene mi duda: ¿Por qué respondiste esta vez a mi mensaje? Le llamas escueto y lo era, se que te cuesta un poco contestar y que sólo a veces te atreves a hacerlo. Doy gracias a los dioses por que me respondas cada vez que te escribo, aquí o en otros sitios; me siento sinceramente halagado. Ya lo dices tú: “el mundo en que vivimos está menesteroso de amistad” y yo, ciertamente, formo parte de este mundo.
Además, entrar en contacto con alguien tan culto como tú, no es habitual. Citas a Kant, a Laín, a Sócrates y a San Agustín con una soltura acrobática, sin olvidarte de Horacio, Darío y hasta Juana de Asbaje. Tantas y tan variadas palabras de gente muerta; y yo que sólo tengo las mías para argumentar mis ideas, ¡en que cruel desventaja me quedo!, habiendo quienes tienen tanta aptitud para prestar sus labios a palabras ajenas.
Como sea, mantengo mi reconocimiento frente a tu personalidad, única sin duda, que admirablemente consideras vivir al servicio de algo diferente a ti, puesto al servicio de una tarea más alta que tu propia vida. Reconozco en tu ideología un afán por servir al hombre y a las personas que no son chichifos o locas o jotas, quizá tampoco te encante la idea de hermanarte con gente demasiado morenita o francamente fea, pero no importa, lo comprendo cabalmente, el resto de las personas que no entran en estos parámetros son suficientemente numerosas como para poder ser un guía para ellos.
Así pues, me despido M. Disculparás que no me refiera a ti con tu título de por medio, pero es que creo que de hacerlo, me vería obligado a anteponerle mis títulos a mi nombre y no le queda bien; sería como si intentara que todas las palabras que te he escrito llevaran la connotación de un argumentum ad verecundiam.
Ten excelente día.
Hernán
Hola. Soy sacerdote y doctor en historia No se si decirte así o Amigo. Te pido que leas detenidamente mi mensaje ya que algunos que les escribo solo son de un hola, que hacemos, que plan y eso me da la señal que no convino con esa clase de seres. Ya que muchos no tienen un concepto claro de lo que doy y ofrezco, que es amistad, y mi deseo es que tengas un pleno Viernes… eso le pido a Dios y espero que no me arrepienta de haberte escrito ya que muchos con sus banalidades solo me hacen perder el tiempo y no sale nada provechoso de una comunicación y a veces te topas con chichifos, explotadores, con jotas que creen que ser gay es andar puteando y loqueando, y de chismosas y nada discretas, que horror, ni Dios lo permita que me tope con esa clase de gentuza, no puedo entablar comunicación con ellos, y hasta asesino y gente malvada y perversa y te lo digo porque a una persona así le paso casi lo mata un infeliz de los que ponen su anuncio en esta clase de paginas, eso lo veo en algunos que les pasa no quieroentrar en ese dinámica de cosas, y me digo si en medo de todo este lodazal habrá algo que valga la pena,, por eso no contesto a los mensajes que me llegan a raudal, me voy con tiendo y a la mas mínima falsedad borrado y aniquilado no me interesa mas.
Por eso te he escribo y acepto entablar esta comunicación. Me he quedado pensando el porque te has detenido en mi perfil. Veo que muchos solo son un hola o una invitación a la cama, o algo mas fuerte y por lo regular ni pierdo mi tiempo en contestarles pero al ver tu escueto mensaje dije le voy a escribir. A veces dejo mi pc prendida y no ando estoy en el monitor por eso me tardo en escribir el mensaje que me llega no es descortesía es el tiempo que no le doy a estas paginas. Gracias por fijarte en mi perfil y me cuesta un poco contestar me Atreví hacerlo y aquí me tienes. Y al ver esta pagina gay veo cada día mas que es bello tener un amigo mas allá del sexo que es lo que se ve en primer lugar y no a la persona. Porque es cierto:«el mundo en que vivimos está menesteroso de amistad». Hemos avanzado tanto en tantas cosas, vivimos tan deprisa y tan ocupados, que, al fin, nos olvidamos de lo más importante.
El ruido y la velocidad se están comiendo el diálogo entre los humanos y cada vez tenemos más «conocidos» y menos amigos, El viejo «cisne negro» -como llamaba Kant a la amistad- se está volviendo no ya algo difícil, sino simplemente milagroso. Y, sin embargo, nada ha enriquecido tanto la historia de los humanos como sus amistades. Laín Entralgo revisa, en su precioso libro Sobre la amistad, la historia de la amistad en Occidente y saca a flote ese hilo de agua limpia que la amistad ha ido significando para todos los paladines de nuestra civilización. Sócrates aseguraba que prefería un amigo a todos los tesoros de Darío. Para Horacio, un amigo era «la mitad de su alma».
San Agustín no vacilaba en afirmar que lo único «que nos puede consolar en esta sociedad es un amigo fin de cuentas, en la vida del hombre no existe más que un único problema: saber dónde está el centro de su alma; averiguar si yo soy el centro de mí mismo o si, en cambio, tengo mi alma volcada hacia fuera de mí, hacia arriba o hacia mi alrededor; aclararme si yo soy mi propio ídolo o si mi corazón es más grande que mis intereses; descubrir si mi existencia es una autofagia (un devorarme a mi mismo) o más bien un servicio a algo diferente de mí y más grande que yo; investigar si me estoy dedicando a chupetear mi propia y personalísima felicidad o si, por el contrario, mi felicidad la he puesto al servicio de una tarea más alta que mi propia vida y de otros seres (incluido el Otro ser, con mayúscula) que valoro como más importantes que yo; en una palabra: saber si mi vida y mi alma se alimentan de amor o de egoísmo.
En perseguirme, mundo, ¿qué interesas? ¿En qué te ofendo, cuando sólo intento poner bellezas en mi entendimiento y no mi entendimiento en las bellezas? Yo no estimo tesoros ni riquezas, y así, siempre me causa más contento poner riquezas en mi entendimiento que no mi entendimiento en las riquezas. Y no estimo hermosura que vencida es despojo civil de las edades ni riqueza me agrada fementida; teniendo por mejor en mis verdades consumir vanidades de la vida que consumir la vida en vanidades. Sor Juana Inés de la Cruz .
El hombre -todo hombre- nace como una circunferencia con el eje en el centro de sí misma. Todo gira, según su instinto, hacia ese centro mágico, todo debería subordinarse a él según su capricho. Pero el alma, lentamente, comienza a descubrir que hay algo por encima y fuera de esa circunferencia, algo que le afecta también a ella.
Padre M
Seamos amigos los dos
1 comentario:
Wow, wow, wow...
¿En verdad, este Padre M y tu existen? Más allá de las ideas que intercambian y de las palabras entredichas, me sorprende la finura de ambos mensajes. No se si hayas leído algo de Miguel de Unanumo, pero para mi ha sido en verdad un placer, leer estas líneas, pues me lo recordaron.
Es increible, tanto el mensaje del Padre M y tu respuesta, el análisis realizado al mensjae del primero y tu respuesta al mismo; me permiten concluir que eres diferente a muchas de las personas que hasta hoy he tenido el gusto de conocer. Y por las dudas, aclaro que menciono "diferente", pero para mi en un muy buen sentido ^_^.
Publicar un comentario