¿Buscando pareja?

No es raro decir que todos los seres humanos podemos desear más de una cosa a un mismo tiempo, lo que sí puede resultar extraño es el hecho de que frecuentemente hay entre estos deseos simultáneos varios que se contraponen entre si. Podemos querer un pastel de chocolate, con mucho merengue, cerezas y trocitos de nuez, acompañado con una copa de chocolate espumoso para una tarde lluviosa de domingo; pero a la vez que lo deseemos, esto mismo puede horrorizarnos si consideramos la suma de calorías que ingresaríamos en nuestro organismo, las dimensiones que la temida llantita adquiriría en torno a nuestra cintura, y el ejercicio que tendríamos que hacer para bajarla. Así, al mismo tiempo que deseamos la cosa, también a la vez no la queremos.

Dicho de esta manera es sencillo captar la idea, aunque a simple vista pareciera un completo absurdo. Buscamos nuestra rebanada de pastel de chocolate con merengue y nueces, para conseguirlo luego de tanto esfuerzo; preparamos la tarde de domingo para sentarnos a disfrutarlo, nos servimos el chocolate helado, y cuando estamos a un tris de consumar con satisfacción lo que tanto antojo nos causaba, lo rechazamos súbitamente dejándolo todo botado en la nevera: rebanada de pastel, copa de chocolate y sentimientos de frustración.

Ok, probablemente no te guste el chocolate e incluso mires con desdén mi autocondescendiente menú de domingo; pero, ¿que me dices de otras situaciones?, por ejemplo, de buscar pareja.

Encontrar alguien con quién iniciar una relación amorosa para muchas personas es más un ejercicio de precisión y cálculo que una cadena sucesiva de coincidencias. Hay diferentes estilos para conseguir esta meta, pero todos tienen de frente a un mismo deseo: iniciar una relación, adquirir y compartir una vida de pareja. Sin embargo no son poco frecuentes los casos en los que después de días completos de cortejo y seducción, en el que cada cual hace su luchita para ganarse el corazón del otro, y a cada instante se convencen más de que el interfecto es el amor de su vida, de repente cae el momento en el que todo marcha tan bien que la relación se estrella, se termina, se acaba y ni uno ni otro o ni una ni otra se vuelven a ver jamás.

¿Por qué, si todo marchaba tan tremendamente bien?

Pues sucede aquí lo mismo que con mi pastel de chocolate hipercalórico, que el deseo de encontrar a alguien y establecer una relación de pareja existe y es muy fuerte, pero dado que tener pareja también implica realizar ciertos sacrificios, lo que se desea al mismo tiempo también se evita. Quizá por compartir tiempo con él o con ella, ya no contarás con los mismos días para ir al gimnasio, quizá no verás a tus amigos en los horarios de antes ni con la misma frecuencia, no más sábados de ligue y probablemente incluso dejarás ir parte de la libertad que otrora tenías para hacer planes e improvisar actividades o hacer cosas inesperadas.

Así, iniciar una relación implica dejar ir algo que formaba parte cotidiana de nuestro existir, pero muchas veces no tenemos bien definido de lo que se trata. Nos aventamos a la caza de un buen partido sin haber negociado con nosotros mismos qué estamos dispuestos a dar a cambio de una vida en pareja. Entonces iniciamos el cortejo, las cosas evolucionan, la relación prospera fabulosamente y de repente se hace evidente que la cosa va en serio; sólo hasta ese momento es palpable que no se puede tenerlo todo. Entonces nos asustamos, no queremos renunciar a lo que teníamos y ponemos pies en polvorosa, mientras a nuestro alrededor todo el mundo nos tilda de locos porque hemos cometido algo que pareciera carecer totalmente de lógica.

Queremos el pastel, pero no lo queremos porque nos engorda; queremos una pareja, pero no la queremos porque cambiará nuestro estilo de vida. Y dentro de este forcejeo de querer y no quererlo, cualquiera sufre la incertidumbre de no tener las cosas claras. A primera vista pareciera que es imposible encontrar pareja, que no hay uno o una que embone con lo que nosotros buscamos, e, incluso, que nosotros fuimos hechos para vivir sin pareja, al cabo que a este mundo, solos hemos llegado y solos vamos a irnos. ¡Pero es absolutamente falso!, el problema es que no hemos sido francos con nosotros mismos; no hemos puesto en claro cuál es nuestro deseo.

La cuestión es simple: ¿Quieres encontrar una pareja? Pon primero en una balanza lo que deseas de una vida en pareja, los elementos que te gusten, ya se trate de que te quiera, de vivir juntos, de que te acompañe a los eventos importantes, etcétera, todo ello acomodado en un mismo lado de la balanza; en seguida visualízate que habría alrededor de tu relación, como modificaría eso tu dinámica con la familia, con tus amigos, con tus actividades favoritas y el trabajo, todo ello vuélvelo un hatillo y ponlo del otro lado de la balanza. ¿Para qué lado se inclina?

Si resulta, de la manera más realista, que pesa más tu deseo de tener una relación con alguien, que las cosas que a cambio habrías de modificar dentro de tu actual estilo de vida, entonces lánzate teniendo en cuenta cuáles son las cartas con las que estas jugando. No vas a abrumarte cuando la relación se vuelva seria, porque tendrás claro que es lo que viene y el modo en que vas a abordarlo.

Si resulta que te pesa más lo que tienes que dejar, que los beneficios que obtendrías con la relación en sí, entonces buscar algo serio con alguien no es lo que realmente deseas, no ahorita. Nada de esto significa que tú seas de esos o esas que nacieron para estar solos; simplemente te habla de que en este momento de tu vida, tu prioridad no es estar con alguien, porque te realizas más y encuentras mucha más satisfacción para ti mismo en otras esferas como el trabajo, los amigos, el gym, o lo que sea que para ti resulte importante.

La vida da muchas vueltas, y lo que ahora es necesario, mañana para ti ya no lo será, y lo que hoy no necesitas, mañana será precisamente el motor que movilice todas tus energías hacia el camino para obtenerlo. Tener pareja es eso. A veces uno piensa que todo el mundo debería tener pareja, que hay algo incorrecto en la soltería o que no tener a nadie es andar por la vida como un apestado; también eso es falso. No tener pareja es el momento justo para conocerse y aprender a convivir con uno mismo; finalmente, si yo no he podido conocerme a mí, ¿como voy a conocer a alguien?; si no logro quererme, ¿cómo voy a querer a alguien? y ¿cómo me va a querer alguien?; y una más, si en la soledad ni yo mismo me aguanto, ¿cómo alguien más va a aguantarme?

Ya sea que no tengas pareja porque estás en el proceso de encontrarle o porque no es tu momento para tener una relación, el estar soltero es el momento en el que defines muchas cosas de ti sin distracciones; creces, te reestructuras y enriqueces tu vida para tener en el futuro algo para compartir. Si administras de este modo el momento, tendrás más probabilidades de encontrar justo la relación que buscabas en tu siguiente intento.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Compadre qué buen mini ensayo sobre la búsqueda de pareja! debrían publicarlo en el diario oficial de la federación o mejor como los obituarios en una página del periódico para que la gente lo leyera y pusiera las ideas claras en su mente. Concuerdo con tus opiniones en todo y creo que es bien importante estar conciente de lo que uno realmente desea, es horrible cuando un chavo llega y te dice que busca una relación seria... y te convence de algún modo de que eso es lo que realmente busca y de repente de un día para otro cuando estás tan metido en la relación la misma persona que buscaba esa relación seria y duradera parece ser otra completamente y cual runaway bride... se siente agobiada por la responsabilidad que implica mantener una relación en buen estado y sale huyendo, dejando nada más que un corazón medio quebrado que terminará preguntandose si realmente vale la pena tener relaciones serias... umm ok sorry no esto ya se volvió como proyección o algo así... Si todos tuvieramos claro lo que queremos y lo que estamos dispuestos a hacer o no por eso que decimos querer y hablaramos con honestidad, creo que habría menos corazones quebrados y menos gente desilusionada de las relaciones... y de las parejas...

Anónimo dijo...

Algun dia, un amigo mio mientras decidia cuestiones vitales sobre mi relacion, me pregunto Y tu que quieres? Si supieras eso, no tendrias esta indecision.
Y si, queria que nos conjuntaramos en un estilo de vida etereo como inexistente. Sin embargo, rescato la parte que mas quiero de este escrito:

Y dentro de este forcejeo de querer y no quererlo, cualquiera sufre la incertidumbre de no tener las cosas claras.

La cuestión es simple: ¿Quieres encontrar una pareja? Pon primero en una balanza lo que deseas y como modificaría lo que tienes. ¿Para qué lado se inclina?

Y es cierto, vivir la pareja es una responsabilidad. Es un logro, es volverte ocasionalmente vulnerable, es crear el vinculo, es poner y quitar ladrillos.

Y si no, condenado sea al fracaso. No te salves. No si no intentas comprender que no sera un sustituto, comprender que tanto yo deseo ser amado como el otro lo desea y sin embargo, ocasionalmente no estamos dispuestos a hacer ningún esfuerzo para brindar amor.

Es ser capaz de amar y ser humilde, trabajador y confiable, tener fe, ser valiente, ser constante.
De intimar.
Es la unidad, algo que crea y no destruye. que nos hace creer que por fin pudimos alcanzar algo y que con el tiempo, esa falta de elementos que sustentan realidades, dejan caer ese milagro y muere con la caida, politraumatizada la su magia, tras una hemorragia por la la desilusión y queda viva solamente esa institinva lucha por vivir, aun comiendose al que esta cerca.
No es facil.
Y lo se.
Y tambien asi lo quiero y lo dispongo.