Nacido de las cenizas de Huo, el dragón de fuego crece apasionado e idealista, contínuamente en pos de situaciones nuevas desde las que amará el riesgo y se aproximará al vicio de peligrosos placeres. Su existencia es una búsqueda; él, al igual que la serpiente, descubrirá que no le restan muchas vidas por vivir, así que devorará experiencias para poder devolverse a su lugar en el firmamento.
Es a un tiempo tierno, leal, sensible y extremadamente protector, pero se aburre con facilidad cuando descubre que no está con otra bestia que pueda devolverle el mismo calor. Es intelectual y contradictoriamente místico; no es una criatura que haga magia, sino que vive y retoza al interior de ella. Intuitivo hasta la profesía, comunicativo y amante de los secretos.
Necesita socializar con otros como él, y prefiere abandonarse a la soledad antes que codearse con quienes no hacen eco a su potencial. Gusta, empero, de decir cuanto piensa, le agrada ser consultado, estar a cargo y ser irreemplazable. Es líder, vuela alto y escala cimas por hábito y placer más que por vocación. Sabe de cortesía pero es competitivo, ama la buena comida y el buen vino, las artes y los fuegos de artificio, la literatura, las conversaciones serias, el quedarse levantado hasta tarde, los juegos sexuales extraños...
Hay demaciada energía Yang en este reptil, es extravertido, franco, acaso algo testarudo, tremendamente esteta y creativo; sumergido en un océano de fantasías que aguardan por su turno para materializarse. Odia tener que esperar, estar aburrido o quedarse solo, mentir, no sentirse a su gusto, sentir el frío, no ser querido, estar hambriento, ponerse viejo, la rutina y, lo peor de todo, no ser adorado por ser un dragón.
Es ultraperceptivo y vive al pendiente de cada detalle dentro de su reino; hiperatento, siempre observando, tratando de encontrar en su interior el modo de volverse más grande. Entre los mortales, no pierde la oportunidad de enfatizar que es distinto; hace del mundo mundano su pasarela.
Su magnetismo es peculiar, difícilmente pasa inadvertido y siembra su marca donde quiera que esté. Sin embargo teme a su propia naturaleza, deberá trabajar mucho interiormente para no extraviarse a sí mismo en el curso de alguno de sus aventurados viajes; pero a la vez necesitará dejarse llevar por los murmullos de su instinto arcano.
Excéntrico e iconoclasta, construye su propia estructura de valores a partir de una ideología interior, para protegerse a él de su propia negligencia y a los demás de su descuido.
1 comentario:
Eso somos los que nacimos en el 76??? Creo que si. JAJAJA.
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