Cuando uno va haciéndose viejo los vínculos con la familia paulatinamente se vuelven más débiles; en parte porque los valores con los que crecimos, de repente no son tan confiables según la experiencia que vamos adquirido, y en parte porque hacer nuestra vida implica probarnos lejos de la zona de confort que es el hogar de mamá y papá, ir más allá de donde ellos llegaron y renovarnos en muchos sentidos. Es por eso que, para no quedarnos solos conforme transcurre esa paulatinidad, hacemos amigos.
A la postre, nuestro círculo de amigos se convierte en nuestra familia; una familia de elección. En determinadas culturas, como en parte lo es la mexicana, se sostiene el mito de que tu familia biológica no te abandona; que los amigos van y vienen, pero un hermano estará a tu lado de por vida; que a quienes llamas amigos no dejan jamás de ser extraños, que los amigos tarde o temprano te traicionan. Podría cubrir párrafos enteros describiendo las bellezas de la familia y los engaños que acechan tras lo que llamamos amistad, pero no tiene caso.
No he vivido tan tremendamente tanto, como para ufanarme de ser un conocedor de nada, sin embargo, en mi experiencia de vida he visto hermanos traicionar a hermanos, amigos morir por sus amigos, padres desconocer a sus hijos, amigos sin los que no podrías haber sobrevivido y etcétera. No es cierto que un lazo de sangre determine la lealtad impecable, ni es verdad que un desconocido jamás pueda hacer por ti lo que en teoría solamente hace un hermano. En esta vida no hay garantías, únicamente la probabilidad de que el mañana te permita cosechar lo que hasta hoy sembraste.
Por eso creo en la amistad de una manera contundente; y ciertamente a mi manera. Cada día pido a los dioses por que esa que llamo mi manera, sea una buena manera, y si no, ojalá me dé a tiempo cuenta de la equivocación.
Según yo, para poder cosechar los dulces frutos de la amistad es necesario sembrar cada día un poco más, arar sobre las diferencias y regar cada que se pueda, en tanto que se pueda con relativa frecuencia, con atenciones y detalles que le hagan saber a esa o esas personas que son alguien importante para uno; que no son prescindibles.
Hasta donde sé, la amistad es en gran proporción reciprocidad. Cuando ocurre que cada vez que se ven es porque tu le buscaste o cada vez que hablan por teléfono es porque tu le llamaste, entonces la relación es solamente tuya, así como el interés. Es bonito saberse necesitado, ser buscado por tus amigos y sentir que están al pendiente de la forma en que te trata la vida. Cuando no sucede así y bien pudiste haberte ido a Australia y regresado, o ser hecho preso por un grupo terrorista y posteriormente rescatado, pero ellos no se enteraron absolutamente de nada, algo ciertamente está mal.
A veces uno habitúa a los demás a no sentirse necesitados y establece relaciones unilaterales, en las que uno siempre da y los otros siempre reciben. Es una postura cómoda: el que da mantiene el control de las interacciones. Es común el caso de “yo siempre escucho a todo el mundo, pero cuando quiero contar lo mío no hay nadie que se detenga a oírme”. A eso me refiero; es cómodo para el que siempre escucha tener ese papel y es cómodo para el que siempre es escuchado también.
A veces pasa que alguno de los miembros de la amistad entra en un estado de egoísmo tal que se olvida de procurar atenciones al otro; no hay llamadas, no hay visitas, no hay nada. Puede ser un a racha, puede ser que alguien haya perdido el interés en la relación; a veces se soluciona hablando y negociando nuevas dinámicas que les lleven a ambos a quedar contentos, a veces no se soluciona.
Puede ser que haya todo el cariño mutuo, que haya una historia fabulosa que han vivido entre los dos, pero lo que uno tiene para ofrecer a la amistad no es lo que el otro necesita, o en algunos caso, incluso tampoco es lo que al otro le haga bien. Entonces el cariño no es suficiente.
Si resumo mi concepto de amistad en la manera más concreta que me es posible, diría que amistad es, de nuevo, reciprocidad, es preocupación por el bienestar del otro y respeto, mucho respeto a su estilo de vida y sus propios procesos; creo que se trata de tener a alguien de quien aprender y a quién enseñarle; es mantener un contacto estrecho y construir cercanías y coincidencias; es contar con un testigo de los otros que has sido, alguien que de cuando en cuando te platique de quién fuiste, para que no se te olvide; y también pienso que es el lazo que te une a las personas que tu eliges para conformar tu familia.
Nuevamente, hay culturas que no se detienen a enseñarnos cómo construir una amistad. Existen muchos referentes, muchos modelos de amigos en los medios masivos de comunicación o en los mitos de cada comunidad, pero si se les analiza bien a estos ejemplos de amistades ideales, uno se encuentra con rollos románticos que en realidad no satisfacen ninguna necesidad de trascendencia: los amigos no se critican, nunca andarás con la ex de tu amigo, amigo es el que invita las chelas, y etcétera.
¿Cuándo fue que olvidamos cómo construir relaciones interpersonales? Debiera ser lo más fácil del mundo, a fin de cuentas somos animales sociales que en aislamiento nos morimos y en comunidad hasta construimos mega ciudades. ¿Por qué se hizo tan complicado?
Hoy en día no nos interesa demasiado adquirir compromisos en nada, miramos a los otros superficialmente y nos relacionamos en tanto que el otro nos es de utilidad a corto plazo. No me santiguo diciendo que no haya fines prácticos en cultivar amistades, los hay, pero creo que cuando se contempla el aspecto de la reciprocidad, lo práctico no llega a ser utilitario. La amistad es útil para contar con los recursos de otros que nosotros no hemos desarrollado y quizá ni nos interesaría desarrollar, nos brinda un espejo de quién vamos siendo, nos deja sentirnos importantes para alguien más, nos permite ejercitar nuestra capacidad de prodigar afecto, nos hace sentirnos especiales para alguien. Es útil la amistad, pero no es un producto mercadológico.
No funciona la cosa cuando al otro lo vemos de forma parcial, enfocando nuestra atención solamente en un atributo suyo y obviando todos los demás; no funciona cuando nada más llama la atención del otro un solo atributo nuestro y no muestra el menor interés en ver lo que hay más allá: somos los divertidos, los que escuchan, los que dan buenos tips o ve tu a saber, pero solamente somos eso. Entonces no hablamos de amistad; puede ser que se trate de una relación de compañeros, cuates de antro, etcétera.
Si hacer amigos fuera sencillo, cualquier hijo de vecino los tendría a montones.
Una clave para la amistad es, sin duda, la tolerancia. El aceptar que hay diferencias entre uno y la otra persona. La neta es que eso de tolerar no es algo tan complicado si nos detenemos en serio a escuchar: dejas de enfocarte tanto en esos detalles que tanto te molestan de la otra persona y preguntas, y escuchas qué más hay. Frecuentemente uno se topa con que más allá de las diferencias hay multitud de puntos de encuentro en los cuales concentrarse para mantener la amistad, incluso acaso para iniciarla. Claro que a veces, por más que preguntas y que escuchas no encuentras nada que te sirva para empezar una relación; entonces uno da las gracias y se retira con elegancia.
Con todo, pienso que la amistad es una materia a la que hay que apostarle: es la vacuna contra una vejez solitaria, es un seguro contra la comisión de errores en la vida, es un remanso para el alma.
No se cómo es tu caso, pero para mí es particularmente difícil cultivar amistades porque tiendo sobremanera a la soledad y el aislamiento, es como una especie de vicio. Así que tengo el reto extra de vencer mi propio ascetismo y hacerle saber a mis amigos que son significativos para mí. Puede que ya sepan que me importan y en que grado, pero tal como a mí me gustaría, creo que a ellos les vendría bien que se los recuerde de cuando en cuando.
A la postre, nuestro círculo de amigos se convierte en nuestra familia; una familia de elección. En determinadas culturas, como en parte lo es la mexicana, se sostiene el mito de que tu familia biológica no te abandona; que los amigos van y vienen, pero un hermano estará a tu lado de por vida; que a quienes llamas amigos no dejan jamás de ser extraños, que los amigos tarde o temprano te traicionan. Podría cubrir párrafos enteros describiendo las bellezas de la familia y los engaños que acechan tras lo que llamamos amistad, pero no tiene caso.
No he vivido tan tremendamente tanto, como para ufanarme de ser un conocedor de nada, sin embargo, en mi experiencia de vida he visto hermanos traicionar a hermanos, amigos morir por sus amigos, padres desconocer a sus hijos, amigos sin los que no podrías haber sobrevivido y etcétera. No es cierto que un lazo de sangre determine la lealtad impecable, ni es verdad que un desconocido jamás pueda hacer por ti lo que en teoría solamente hace un hermano. En esta vida no hay garantías, únicamente la probabilidad de que el mañana te permita cosechar lo que hasta hoy sembraste.
Por eso creo en la amistad de una manera contundente; y ciertamente a mi manera. Cada día pido a los dioses por que esa que llamo mi manera, sea una buena manera, y si no, ojalá me dé a tiempo cuenta de la equivocación.
Según yo, para poder cosechar los dulces frutos de la amistad es necesario sembrar cada día un poco más, arar sobre las diferencias y regar cada que se pueda, en tanto que se pueda con relativa frecuencia, con atenciones y detalles que le hagan saber a esa o esas personas que son alguien importante para uno; que no son prescindibles.
Hasta donde sé, la amistad es en gran proporción reciprocidad. Cuando ocurre que cada vez que se ven es porque tu le buscaste o cada vez que hablan por teléfono es porque tu le llamaste, entonces la relación es solamente tuya, así como el interés. Es bonito saberse necesitado, ser buscado por tus amigos y sentir que están al pendiente de la forma en que te trata la vida. Cuando no sucede así y bien pudiste haberte ido a Australia y regresado, o ser hecho preso por un grupo terrorista y posteriormente rescatado, pero ellos no se enteraron absolutamente de nada, algo ciertamente está mal.
A veces uno habitúa a los demás a no sentirse necesitados y establece relaciones unilaterales, en las que uno siempre da y los otros siempre reciben. Es una postura cómoda: el que da mantiene el control de las interacciones. Es común el caso de “yo siempre escucho a todo el mundo, pero cuando quiero contar lo mío no hay nadie que se detenga a oírme”. A eso me refiero; es cómodo para el que siempre escucha tener ese papel y es cómodo para el que siempre es escuchado también.
A veces pasa que alguno de los miembros de la amistad entra en un estado de egoísmo tal que se olvida de procurar atenciones al otro; no hay llamadas, no hay visitas, no hay nada. Puede ser un a racha, puede ser que alguien haya perdido el interés en la relación; a veces se soluciona hablando y negociando nuevas dinámicas que les lleven a ambos a quedar contentos, a veces no se soluciona.
Puede ser que haya todo el cariño mutuo, que haya una historia fabulosa que han vivido entre los dos, pero lo que uno tiene para ofrecer a la amistad no es lo que el otro necesita, o en algunos caso, incluso tampoco es lo que al otro le haga bien. Entonces el cariño no es suficiente.
Si resumo mi concepto de amistad en la manera más concreta que me es posible, diría que amistad es, de nuevo, reciprocidad, es preocupación por el bienestar del otro y respeto, mucho respeto a su estilo de vida y sus propios procesos; creo que se trata de tener a alguien de quien aprender y a quién enseñarle; es mantener un contacto estrecho y construir cercanías y coincidencias; es contar con un testigo de los otros que has sido, alguien que de cuando en cuando te platique de quién fuiste, para que no se te olvide; y también pienso que es el lazo que te une a las personas que tu eliges para conformar tu familia.
Nuevamente, hay culturas que no se detienen a enseñarnos cómo construir una amistad. Existen muchos referentes, muchos modelos de amigos en los medios masivos de comunicación o en los mitos de cada comunidad, pero si se les analiza bien a estos ejemplos de amistades ideales, uno se encuentra con rollos románticos que en realidad no satisfacen ninguna necesidad de trascendencia: los amigos no se critican, nunca andarás con la ex de tu amigo, amigo es el que invita las chelas, y etcétera.
¿Cuándo fue que olvidamos cómo construir relaciones interpersonales? Debiera ser lo más fácil del mundo, a fin de cuentas somos animales sociales que en aislamiento nos morimos y en comunidad hasta construimos mega ciudades. ¿Por qué se hizo tan complicado?
Hoy en día no nos interesa demasiado adquirir compromisos en nada, miramos a los otros superficialmente y nos relacionamos en tanto que el otro nos es de utilidad a corto plazo. No me santiguo diciendo que no haya fines prácticos en cultivar amistades, los hay, pero creo que cuando se contempla el aspecto de la reciprocidad, lo práctico no llega a ser utilitario. La amistad es útil para contar con los recursos de otros que nosotros no hemos desarrollado y quizá ni nos interesaría desarrollar, nos brinda un espejo de quién vamos siendo, nos deja sentirnos importantes para alguien más, nos permite ejercitar nuestra capacidad de prodigar afecto, nos hace sentirnos especiales para alguien. Es útil la amistad, pero no es un producto mercadológico.
No funciona la cosa cuando al otro lo vemos de forma parcial, enfocando nuestra atención solamente en un atributo suyo y obviando todos los demás; no funciona cuando nada más llama la atención del otro un solo atributo nuestro y no muestra el menor interés en ver lo que hay más allá: somos los divertidos, los que escuchan, los que dan buenos tips o ve tu a saber, pero solamente somos eso. Entonces no hablamos de amistad; puede ser que se trate de una relación de compañeros, cuates de antro, etcétera.
Si hacer amigos fuera sencillo, cualquier hijo de vecino los tendría a montones.
Una clave para la amistad es, sin duda, la tolerancia. El aceptar que hay diferencias entre uno y la otra persona. La neta es que eso de tolerar no es algo tan complicado si nos detenemos en serio a escuchar: dejas de enfocarte tanto en esos detalles que tanto te molestan de la otra persona y preguntas, y escuchas qué más hay. Frecuentemente uno se topa con que más allá de las diferencias hay multitud de puntos de encuentro en los cuales concentrarse para mantener la amistad, incluso acaso para iniciarla. Claro que a veces, por más que preguntas y que escuchas no encuentras nada que te sirva para empezar una relación; entonces uno da las gracias y se retira con elegancia.
Con todo, pienso que la amistad es una materia a la que hay que apostarle: es la vacuna contra una vejez solitaria, es un seguro contra la comisión de errores en la vida, es un remanso para el alma.
No se cómo es tu caso, pero para mí es particularmente difícil cultivar amistades porque tiendo sobremanera a la soledad y el aislamiento, es como una especie de vicio. Así que tengo el reto extra de vencer mi propio ascetismo y hacerle saber a mis amigos que son significativos para mí. Puede que ya sepan que me importan y en que grado, pero tal como a mí me gustaría, creo que a ellos les vendría bien que se los recuerde de cuando en cuando.
1 comentario:
Si es que la amistad vive, será gracias a la intimidad que se comparte. Si el vinculo se logra y la vulnerabilidad llega !lo habremos logrado!
Y solo es amigo quien es vulnerable a si amigo.
Y hablo por los que escuchan unidireccionalmente y en su vida pretenden siempre ser escuchados.
Y si, se que existe un amigo en mi vida, cuando al recordar su nombre vienen a mi mente preguntas simples, complejas, comprensibles e incomprensibles. Y le extraño. La amistad surge desde el inicio de la socialización, por ende la convivencia. La concepción que niños tienen de los amigos y de la amistad en estos años evoluciona desde ser una circunstancia concretas ligadas a la actividad. Ya después, será una amistad forjada por disposiciones más internas y abstractas finalizando en el agrado. Y así pasa de ser una interacción simple y unidireccional como decías a ser un bien de ambos, satisfacción garantizada para todos los invitados.
Y es que ha de ser inherente a lo humano, pues hasta quien no tiene amigos, los inventa en una fantasía. Robert Selman menciona la evolución de esta desde una atracción por similitudes físicas, a las amistades cerradas dentro de una convivencia íntima y mutua. Y siempre estamos juntos, por que nos gusta estar juntos. Y siempre queremos estar juntos porque entendemos lo que queremos uno del otro y sabemos que nos lo podemos proporcionar.
¿Eres un esclavo? Entonces no puedes ser amigo ¿Eres un tirano? Entonces no puedes tener amigos. Nietzsche decía en Así habló Zaratustra.
Entonces, será que es un vínculo primal participe a todos los tipos humanos más diferentes en edad, condición o cultura, que nadie quiere hablar de ella. O será que la amistad, al vincular, compromete a la vez que acompaña. Y es que hemos sido y tenido amigos siendo niños, adolescentes, adultos y lo seremos siendo ancianos. Y no serán los mismos.
Son amigos los hombres y las mujeres. Son amigos los seres del mismo sexo y también los del sexo contrario, de preferencias comunes y de preferencias distantes.
Es este el vínculo que no limita, que atraviesa a la de edad y la cultura, pero que no puede separarse de ella. No hay amigos si no hay comunidad.
Si distantes somos, amigos no seremos.
Y si, es la más libre y la más gratuita entre todas las vinculaciones que se puedan establecer. Y volviendo a Aristóteles, la amistad se constituye como una de las necesidades más apremiantes de la vida y es un bien del que nadie se quiere ver desprovisto, aunque se poseyeran el resto de los demás bienes.
Y es quizás por esto que tanto compromete. Y es que al fallar a un amigo, fallas a un compromiso. A una relación filial, amorosa, celosa y atenta. Y es quizás ahí cuando Santo Tomás la retoma para aderezarla en la teología didáctica y cero ecléctica cristiana, una relación fundada en el amor de benevolencia y caracterizada particularmente por la reciprocidad, o una amistad moderna agregada a Kant incluyente y agregante, con la participación mutua en la alegría y el deleite, en la que se da una confianza total entre dos personas que se comunican recíprocamente sus juicios y sentimientos íntimos, pero que mantienen un respeto recíproco.
Zaratustra, clama: Hay camaradería, ojalá un día haya amistad
Y el respeto a la idea, la conceptualización inalcanzable de la amistad total crea temor y ¿será esa la razón para no hablar tanto de ella?
“La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas”
Y estoy de acuerdo. Y a veces creo amigos. Así que gracias por hacerme pensar, ahora miles de pequeños circuitos se agitan en mi mente para hacerme recordar, extrañar, querer y vivir a todo lo que se ha quedado conmigo en el vínculo gratuito e indestructible de la amistad.
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