Sutra desde Fuenteovejuna.

Consciencia social es una cosa exótica que hoy en día pareciera estar en desuso, como pasada de moda; y me refiero a esa capacidad de sentir interés y empatía frente a lo que le sucede al otro, incluso tratándose de un otro al cual no conocemos. Consciencia social es adoptar un papel participativo en la dinámica de nuestra comunidad, es tener visión del hacia dónde nos gustaría que ésta se dirigiese e implica el ejercicio de la iniciativa, el esfuerzo y la convocatoria para generar cambios sociales en pequeña escala y también en una mayor.

A esto unos le llamamos pensamiento prosocial, pero para Aristóteles no es otra cosa que hacer política.

El hombre, como animal político que es, vive en sociedades y se organiza repartiendo tareas a cada integrante de la comunidad, ya se trate de un pueblito o una megalópolis como la Ciudad de México. Al tener cada cual su rol o tarea asignada, se conforma un sistema social con normas civiles que sirven de marco para la interacción interpersonal e interinstitucional; normas que tentativamente son independientes de cualquier juicio moral o perspectiva circunstancial.

Pero a veces el sistema falla. Lo que en un tiempo funcionaba como mecanismo de relojería, después es disfuncional porque la gente cambia, las ideologías, la geografía, las circunstancias cambian, y no siempre puede cambiarse con facilidad los roles y las normas que estructuran al sistema. Es entonces cuando surgen los disidentes.

Disidente es ese hombre o esa mujer que le pone nombre y apellido al problema que padece su comunidad y lleva a la acción sus ideas, en pro de una mejora social. Este personaje es capaz de visualizar la situación y sus repercusiones en más de un solo aspecto, con planteamientos que trascienden la escena de lo inmediato y lo individual. Y posterior al acto de darse cuenta del malestar social, estos individuos excepcionales generan un discurso propositivo.

El discurso es cabalmente argumentativo, expone el problema como es percibido, sus consecuencias a corto y largo plazo y, de ahí, la relevancia acerca de tomar cartas en el asunto, planteando, además, posibles soluciones a la situación. Este discurso lógico y argumentativo, convierte a la persona en un líder, alguien quien es seguido por los demás.

El líder, quien es seguido, quien conoce de cabo a rabo las razones, argumentos y consecuencias del movimiento que originó, está inalienablemente obligado a mostrar actos congruentes con su discurso para mantener la credibilidad del movimiento. Esta obligación es mucho menos estricta en cuanto a quienes le siguen se refiere.

Los hombres y mujeres en torno a este personaje, escuchan la propuesta de su discurso y la hacen parcialmente propia, como quien lee solamente el último capítulo de un libro, y de ahí extrae sus propias conclusiones. Quienes siguen al líder no están del todo conscientes de las repercusiones y significados reales del problema que buscan abatir; no identifican integralmente a los implicados en la situación, ni el propio papel que tienen ellos mismos en el movimiento. Su deseo es obtener un cambio para su escenario individual; es volverse semejantes al líder y que ha adquirido prestigio por ser la fuente del discurso que originó al movimiento; y desean actuar conforme los valores del nuevo grupo social que se a formado para materializar socialmente la propuesta del discurso.

Quienes siguen han definido parte de lo que ellos son a partir de su pertenencia a este grupo, ya se trate de un CGH, Antorcha Campesina, ETA, Sendero o etcétera.

La diferencia entre quien es seguido, el líder, y los que siguen, es que, en un planteamiento extremo, quienes siguen matarían por defender el derecho a la vida, mientras que quienes son seguidos morirían por defender ese mismo derecho. Ahí se guarece el porqué de la incongruencia en determinados movimientos masivos.

La pasada semana, en el campus de la Ciudad Universitaria, un grupo de manifestantes arrancó botes de basura de sus estructuras de soporte, se apropió de refrigeradores y hieleras, mobiliario escolar y otros objetos que terminaron ampliamente destruidos en la tarea de conformar con ellos las vallas que bloquearían el acceso al campus durante el día del paro.

Meses atrás, en el estado de Oaxaca los maestros en paro mantuvieron a miles de niños de primaria sin clases durante más de cien días en la búsqueda de una mejor educación en México, y al tenor de este movimiento, deterioraron propiedad privada, mobiliario urbano y la anatomía de más de un parroquiano que no acertó a sembrar suficiente distancia entre su fisiología y las armas improvisadas que blandían los furibundos profesores.

Una de las últimas declaraciones del clero mexicano, pertenecientes a una institución que sostiene defender los derechos de los menores, practicar la castidad y rechazar la homosexualidad, inició una silenciosa querella contra la cámara legislativa, cuando fue promulgada una ley que dictaba acciones legales contra los sacerdotes pederastas que abusaran sexualmente de los niños.

Vamos, quienes siguen la propuesta de un discurso social, poseen únicamente un abstract de la argumentación total que sostiene ese discurso, y lo faltante lo rellenan con la interpretación aislada que hacen de los hechos. Como dios les da a entender; y como no entienden en realidad mucho, entonces la mayor parte del discurso inicial pierde su sentido y relevancia.

Gracias a ello, quienes siguen este discurso prosocial, ahora mocho y fragmentado, se convierten en una masa donde unos están comprometidos con los otros y, finalmente, es más importante la lealtad hacia los compañeros del movimiento, que hacia los ideales que dieron origen al movimiento mismo.

Quien es seguido, el líder ideológico, produce los argumentos para un discurso social; quienes siguen, sólo reproducen estos argumentos con parcialidad.

Encubierto por la masa, el individuo abandona el nombre y apellido que le eran propios, se divorcia del líder que construyó los argumentos del discurso, y se abandona a los impulsos irracionales del instinto gregario; embriagado por el placer de pertenecer a un grupo con una identidad muy definida, un grupo con una razón de ser que le da cohesión, se deja llevar por su, hasta entonces, callado resentimiento social y vuelca su conducta en violencia, demeritando la credibilidad del movimiento al que pertenece.

El mismo integrante del grupo se define mediante la definición propia del grupo y se da un sentido a sí mismo que es modelo a escala del sentido que, según interpreta, pertenece al grupo.
Introducido y despersonalizado en la masa, el individuo deja de hacer política y da comienzo al vandalismo antisocial, que al ser posteriormente cuestionado, encuentra su justificación en los ideales que abandonó bajo la embriaguez de la colectividad desindividualizada.

Certeza número uno: estar dentro de la masa y “solo dejarte llevar” es sumamente placentero; la persona se siente cobijada por el anonimato y excusada ulteriormente de cualquier conducta, por reprobable que esta sea. Puede ignorar momentáneamente a los valores que siguió toda su vida y ser inhumano, hasta el momento en que se disuelva la masa.

Certeza número dos: frecuentemente es el enfado la emoción que convoca y une a las personas en un movimiento social, emoción que puede dar pauta a una evolución social; o puede ser el origen de la anarquía, la violencia y el asesinato. Ese enojo, estando bien encausado tiende por sí mismo a su disminución; sin esta orientación constructiva, el enfado social es un enojo mantenido, un resentimiento social en crecendo e irracional.

Así pues, ya se trate de una turba al más puro estilo de Fuenteovejuna que en Atenco linchan, matan y queman a unos policías, o de un sistema judicial que mata al criminal para enseñarle que matar es malo, el tema es el de una colectividad que se ha distanciado del discurso original, del líder que estructuró los argumentos para un cambio social y de los ideales que dieron luz a un movimiento validado por su escenario y su momento.

Habrá que preguntarle a Cristo si tenía la intensión de que de sus palabras se derivara una institución eclesiástica encargada de escribir a pulso una historia de intolerancia y ejecuciones, por mencionar nada más un ocioso ejemplo.

1 comentario:

ninocrono dijo...

Fuenteovejuna... me suena, se que es un libro, pero no se si ya lo he leido, en todo caso lo leeré ^_^!

Hey! Que formas de introducir la idea, hablar sobre ella y terminarla. Me pregunto si no ten han llegado comentarios de personas que pudieran sentirse con lo que escribes aquí? Espero que no, pues una vez más, la verdad no peca pero incomoda.

Respecto a lo que mencionas acerca de las "masas", me gusta, más o menos se algo porque lei un libro al respecto, donde hablaban del "hombre masa". (Confieso que cuando lei el titulo dije :¿Y la galleta de gengibre, que viene a todo esto?". Claro esta que en cuanto leí el texto, descubi con cierta tristeza, que este simpático amiguito, que por cierto sale en las peículas de Shrek, no tenía nada que ver!!! Jejejeje)

Y bueno de acuerdo con este libro, decían que el hombre masa esta formado por "hombres primitivos". Donde clasifican como 2hombre primitivo" a esta parte de la herencia de la raza humana, irracional, voluble, incoherente, emocional, en resumen totalmente ilógica,que todos llevamos dentro. A diferencia de su archienemigo el "Yo", el cual segun esta teoría es la parte lógica y racional que se desarolla sobre la metne primitiva y que permite la cohesión de estas hermosas ciudades.

El punto es que cuadno las "masas" se forman y están constituidas por "hombre primitivos", se explica por que estas tienden a ser volubles, insaciables, crueles y violentas.

Al final, se propone que la solución para dicho malestar es algo que se conoce como:la comunicación personal. Es decir que para desintegrar a las masas esta tiene que ser fragmentada y entablar una comunicación personal con cada integrante, a manera de apelar a su "yo".

Enfin ¿Como lo consideras? Interesante no?