Abre los ojos. Se que probablemente ya los tienes abiertos porque de no ser así, probablemente no podrías leer las palabras con las que inicia este sutra. Pero insisto: abre los ojos.
Ver, o por lo menos mirar, es la razón de tener o mantener abiertos los ojos; y cuando caminas por la calle o esperas que traigan a tu mesa tu orden en la cafetería, las personas a tu alrededor lucen sus ojos danzando al compás de su distraída atención o al tenor de un paranoide interés por el mundo que gira a su alrededor. Hay ojos bonitos por el color de su iris, todos ellos vestidos de largas o cortas pestañas, algunas rizadas o con un felino jalón que alarga su silueta hacia los costados de la cara; algunos son saltones como si se te fueran a ir encima, otros de luto sobre ojeras oscuras como la noche; igual hay los que tienen un maquillaje discreto y los que parecen anuncios espectaculares sobre periférico, como los que miran al mundo guarecidos detrás de la ventana transparente de sus anteojos.
Hay ojos de todos los tipos, siempre abiertos para ser los arquetípicos espejos del alma, pero cuando te los topas de frente y su danza se detiene encarándote con la mirada, ¿puedes estar seguro de que te están viendo?
¿Qué es mirar?, ¿qué es ver?, ¿qué significa observar?; ¿qué es lo que puedes ver cuando soy yo el objeto de tu mirada?
Mientras lees las líneas de este texto ¿qué es lo que ves?; apostaría que concentras tu atención en las figuritas caprichosas que organizadamente conforman las palabras: letras. ¿Has notado que hay un espacio entre ellas?, hay también un espacio entre un renglón y otro, ese vasto limbo que es el espacio entre líneas. ¿Qué te dice eso?
Cuando conversas, las palabras de las que tu interlocutor hace uso para mantener la charla fluyen secuencialmente suspendidas en el silencio; así hay, entre una palabra y la otra, instantes breves de silencio que en ocasiones no son tan breves, y hay para quienes es de lo más incómodo que este dichoso espacio entre palabra y palabra se extienda demasiado marchitando la charla.
Vemos letras, vemos palabras, vemos las ideas que tocan nuestros sentidos para comprender y conocer al mundo; pero nuestra visión frecuentemente es parcial y selectiva, una percepción en túnel que a la postre resulta de lo más conveniente.
¿Qué es lo que ves?
¿Eres capaz de ver esa idea que el remitente borró de la carta que sostienes en tus manos?, la caligrafía vacilante que sembró un rastro de letras trémulas, la mancha de humedad que rodó tristemente párrafos abajo, hay palabras ausentes, nuevas palabras que parece que sus labios jamás antes habrían pronunciado. Así se lee entre líneas, pero a veces es más conveniente quedarse sólo con las palabras que están más a la mano.
¿Puedes ver el dolor que su silencio te murmura a los oídos?, la mirada que no se atreve a desprenderse del piso, la mano que no busca tu mano como antes lo hacía; los temas que evita para evadirse de tu interés. Las marcas en su rostro dicen cosas, su espada curvada, el tacto helado de sus manos en el que quizá no reparas cuando por distraída inercia lo rosas con tus dedos. Son murmullos ahogados que reventarían tus tímpanos si les prestaras atención, que te dejarían el alma en girones si te aproximaras demasiado. Tal vez.
Tal vez no. Los seres humanos somos siempre más fuertes de cuanto pretendemos serlo.
Es por este miedo a mirar al otro por lo que en realidad no vemos; nos conformamos simplemente con las imágenes y las palabras superficiales y replegamos nuestra atención convenciéndonos torpemente que eso es todo lo que hay. Aquí no hay nada que ver, sigue tu camino...
Pero hay más, siempre hay más: el dolor pocas veces se manifiesta a priori en las caligrafías negras sobre papeles blancos, pocas veces se expresa en las palabras amistosas sobre un silencio accidentado. Tampoco el miedo, tampoco la duda, ni la incertidumbre, ni los fragmentos de esperanza que quedan cuando ya son pocos; tan pocos y diminutos como pequeños clavos ardiendo.
¿Con cuál sentido vemos el espacio entre líneas o los mensajes en el silencio? Probablemente no se trate de mirar solo con los ojos, tal vez para ver en serio necesitemos involucrarnos hasta el alma, entendiendo entonces los murmullos que no se expresan, viendo las heridas que sangran, las que cicatrizan o los magullones del espíritu.
Nuestra mirada es selectiva, por eso abrir los ojos no necesariamente es ver. Creo que Saramago dio en el blanco al formular su ensayo sobre la ceguera.
Cuando vemos en serio, leyendo entre líneas, atendiendo los silencios, nuestra mirada se transforma en una fuerza de curación; nuestro ser entero se convierte en un poder inesperado que es capaz de hacer las preguntas correctas, respetar los tiempos, manejar el silencio para pronunciar con su contundencia aquello para lo que las palabras no alcanzan. Por eso es menester permitir que la mirada del otro sea el bálsamo que cierre las hemorragias por las que se nos escapa la esperanza; la fe en la vida.
Así, no hay criatura tan fuerte para no necesitar de ser vista, ni hay ser tan débil que no tenga la capacidad de ver con los ojos de su alma. Abre los ojos y no temas ver, que no son sus heridas ni su dolor lo que se contagia, sino el consuelo de saber que se es visto, y que hay un alma que pone sobre las heridas de uno la empatía de su mirada.
2 comentarios:
WTF is Way??
en fin, mirar no es sino el creer que percibimos lo que percibimos, que si no mal entiendo es el sentido de tu sutra, y se refiere a la falta de mirar, lo que conecta con todos los demás sutras, la falta de... (generalizada por el miedo o la incpacidad de)
El secreto de la vida, como tu mencionas... o mejor dicho no mencionas pero dejas entender entre lineas... (jijiji) es el que loimportante no es lo que lees, sino lo que no lees que está ahi claro como el agua pero escondido para el que lo mira, generalmente el crea algo solo miralo que cree que crea, pero los demásmiran loque crea, y cuando tienes suerte o talento o experiencia, ves loque nadie mira, que esta ahi y que no se ve...
Ok, despegue un poco, el punto es que mirar o no mirar no es la cuestion de sino mirar lo que no se mira habitualmente, a menos que me equivoque en cuyo caso, necesitaré una grancantidad de guias instruccionales para tus sutras...
WOW!!!! Esto si lo entendi y a la primera (¿Sera que a medida que leo se me va la sensacion taciturna que nos da, despues de una buena comida?
Oyie que buen texto. Confieso que el título me revoco casi inmediatamente a un libro del escritor que comentas en tus lineas, quién por cierto, considero que es muy bueno e interesante.
P0R 0TR4 P4RT3 QU3 53R14 R3LM3NT3 V3R C0N L0S 0J05? 3S C0M0 TU D1C35 P0D3R 1NT3RPR3T4R L4S L3TR45 QU3 MUCH45 V3C35 N0 50N N3C354R145 P4R4 C0MPR3ND3R L0 QU3 L33M0S 0 M2R4R 35 P0D3R 53R C4P4Z D3 1NF3R1R Y C0N0C3R L0 QU3 S3 D1C3 3NTR3 L1N345 0 C0N UN S1MPL3 M1R4R D3 0J05?
En lo personal, creo que "ver" es sencillamente descubrir que somos uno y a la vez somos todo. Débil o fuerte, en los demás es donde descubres tu deblidad o tu fortaleza.
Pensé que tu idea sería relacionada con la que dice que el mundo, tu realidad, mi realidad, no es más que un espejo cirular que nos rodea y que más de hablar de lo que esta ahi fuera de nosotros nos permite ver que es lo que esta dentro de nosotros. De tal forma que si con una mirada externa podemos identificar la tristeza o dolor, podriamos comprender que dentro de nosotros hay o hubo tristeza y dolor. De esta forma la gente, los animales, las cosas, los hechos son una especie de recordatorio permantente de cómo somos por dentro.
Quizás inconscientemente lo sabemos, por lo que evitamos las miradas, evitamos indagar caundo estas no se pueden evitar y sobretodo evitamos ver nuestro reflejo sobre el espejo, porque quizás no exista algo más fuerte que un dia descubrir en quien o en que te has convertido.
Interesante!!!!!
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